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1.3.09

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Se cierra el círculo del escenario político

La política puertorriqueña acaba de redondearse. Atrás ha quedado la retórica sobre cuál de los dos partidos políticos principales del país representa mejor los intereses del pueblo. Ahora, con pruebas en las manos, puede afirmarse que las fincas del Partido Popular Democrático y del Partido Nuevo Progresista está dirigidas por personas inescrupulosas cuyo único fin es el lucro, tanto personal como institucional.

Mi consciencia política la fui construyendo durante los episodios de José Tormos Vega y Josito Dapena Thompson en Ponce, cuando fueron protagonistas de un escandaloso esquema de corrupción. Tormos Vega cumplió condena y, de hecho, murió en la cárcel. Dapena, se retiró y se fue del país.

Así, mientras construía esa conciencia, vi que el deseo de poder político y el dinero mantienen una relación simbiótica que seduce aun a aquellos que uno no se hubiese imaginado. En Puerto Rico, el tema de la corrupción se atribuía más a un partido que a otro. La experiencia de la década de los 90, en la que algunos saquearon las arcas gubernamentales, no dejaba, tal vez, otra opción. Sin embargo, me parecía hasta ingenuo el que se pensara que eso ocurría en un sólo partido político.

En estos catorce días con el juicio en contra del ex gobernador Aníbal Acevedo Vilá, acusado de conspiración y fraude por el gobierno federal, el tema se ha balanceado y hemos sido testigos de que el asunto de la corrupción está más imbricado en nuestra sociedad de lo que quisiéramos admitir.

He escuchado comentaristas de radio decir que “todos nos hemos sorprendido por lo que está pasado en en el PPD” incluyéndose ingenuamente en el grupo de los asombrados.

Personalmente no estoy sorprendida. Las estructuras públicas están llenas de hoyos por donde se van millones de dólares del erario a manos privadas, o llegan de manos privadas a funcionarios públicos sin que haya que dar mucha explicación. Además, considerar que una institución que ha ostentado el poder por décadas -y que fue la que diseñó el andamiaje que tenemos hoy – no sabría como acceder hasta las áreas movedizas de la ley es de una candidez inverosímil.

Ya llevamos más de diez años leyendo y escuchando cómo los dineros de los contribuyentes engruesan las chequeras de algunos -azules y rojos- y cómo el liderato de los partidos hace mutis ante tal falta a la confianza de los constituyentes.

Ahora tenemos un escenario político circular, en el que todos están encadenados los unos a los otros sin que las instituciones se pronuncien y actúen elocuentemente para evitarlo y erradicarlo de una vez y por todas.

Y no hablaré de populares y penepés arbitrariamente, ya que sé que cientos de miles de puertorriqueños depositan sus esperanzas de progreso en el ideario de esos dos partidos políticos. La base, los que recaudan fondos peso a peso vendiendo pinchos y bacalaítos, poco tiene que ver con los que ostentan cargos directivos que, definitivamente, recaudan dineros gruesos, pacas de billetes, al margen de la ley.