Anoche hubiese querido ser un alma anónima más entre las 225,000 que observaban con admiración cómo comenzaba el Siglo XXI; estar entre cientos de miles de negros, hispanos y blancos que le daban la bienvenida a un presidente negro, el primero en toda la historia de los EEUU. Una figura que aunque enfrenta grandes desafíos, devolvió la esperanza; la posibilidad de grandeza, la capacidad de soñar.
Ayer vi el cambio de paradigma en la cultura americana, el crecimiento de un pueblo con profundas heridas por la división racial y cómo es posible recomponer una sociedad por el bienestar común.
No podía irme a dormir sin ser partícipe de la historia, sin haber visto a Barack Obama.
5.11.08
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