La publicidad es, sin duda, una herramienta poderosa. Dicta modas, lanza desconocidos al estrellato, mueve la economía de consumo y depende, mayormente, de la imagen como modo de comunicación. Grandes artistas plásticos, cineastas o escritores han trabajado en publicidad en algún momento. De hecho, en España contratan poetas para el desarrollo de nombres de marca para diferenes productos; desde zoológicos hasta parques pasivos.
En Puerto Rico, aun con todos los premios que se otorgan entre ellos las agencias publicitarias, vivimos en una especia de limbo creativo. Todavía nos venden cervezas con mujeres en traje de baño (¿o es que sólo tomamos cerveza en la playa?), los niños aparecen como tontos útiles y en las industrias de arte, específicamente, ni se han arriesgado a producir un buen anuncio de televisión o prensa.
Es este renglón en particular el que me ocupa, ya que de alguna manera, he desarrollado mi carrera profesional promoviendo industrias culturales y ninguna de las empresas con las que he laborado ha tenido voluntad para pensar “fuera de la caja”.
Les incluyo una de las ejecuciones de una serie de anuncios de TV de la Konzerthaus de Alemania. El slogan dice Musik Im Blut (Music in Blood) y es una pieza de arte en sí.
El racional, pues, que la música vive en cada uno de nosotros como la sangre misma. De hecho, si pudiéramos escuchar nuestros cuerpos sería una polifonía, todos los órganos emitiendo sonidos al mismo tiempo.
Este anuncio provoca todos los sentidos; desde quedarse viéndolo varias veces hasta el fin último de la publicidad que es la venta. El comercial invita a apreciar la música clásica con una balanceada combinacón de visual y sonido que, definitivamente, rompe con los estereotipos de lo que es un anuncio de arte.
6.8.07
Tagged under: anuncios, arte, comentario, cultura, publicidad, TV
El arte de la publicidad o el arte en la publicidad
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